viernes, 20 de julio de 2018

CUENTO Nº 33. AURORA Y EL LOBO

 
AURORA Y EL LOBO                               

Érase una vez una vez una niña llamada Aurora, que vivía en los arrabales del pueblo y de la que jamás nadie de su familia se había preocupado de su comportamiento. Por eso se levantaba cuando quería, desayunaba cuando tenía hambre, almorzaba cuando le parecía, merendaba cuando lo veía oportuno y cenaba cuando le apetecía. Además, nunca le dijo nadie a Aurora cuáles eran sus obligaciones ni qué deberes tenía con su familia. Levantarse, comer, jugar, entrar y salir a su antojo eran los únicos quehaceres a los que se enfrentaba Aurora, un día tras otro. Pero llegó un día en que a su madre se le ocurrió hacerle un encargo a Aurora: 

            -Aurora, desde hoy en adelante, irás todos los días a llevarle a tu padre la comida al tajo, situado a un par de kilómetros de la casa, en dirección a la dehesa. 

            -Sí mamá -respondió Aurora, más para darle la bienvenida a una nueva distracción que como una ayuda a la familia. 

            -Te irás a las doce del mediodía y regresarás cuando tu padre haya almorzado. 

            -Sí, mamá, me iré sobre las doce. 

            “Sí, mamá”, repitió Aurora, pero las cosas no ocurrieron así, ni mucho menos. 

            Un día, la niña, aunque salió de casa poco antes de la hora acordada, no llegó al lugar donde su padre la esperaba hasta bien pasadas las tres de la tarde. 

            -¿Qué ha pasado, Aurora? -le preguntó su padre, a medio camino entre el enfado, por llegar a deshoras, y la prudencia, pues su única hija era sólo una niña. 

            -Papá –replicó Aurora-, es que el camino está lleno de flores, de animalitos de todas clases, de pájaros de muchos colores… y me he entretenido jugando con ellos. 

            -Pues procura que eso no vuelva a suceder, hija; en mi trabajo tenemos un horario para trabajar, otro para descansar y otro para tomar el almuerzo. 

            -Sí, papá, lo procuraré. 

            A pesar de las respuestas de conformidad permanente de Aurora, la verdad es que nunca cumplía lo que prometía. No fue solo una vez. Fue una y otra y muchas las veces que Aurora no llevó a su hora la comida a su padre. Salía de casa a su hora, pero, luego, por el camino, se distraía con cualquier cosa y olvidaba el objetivo de su viaje. 

            -Aurora, ¿sabe tu madre a la hora que tú sales de casa para traerme la comida? ¿Sabe a la hora que tú llegas aquí? –le preguntaba el padre, no sin preocupación, pues le parecía que andar demasiado tiempo en la calle no era la mejor manera de educarse. 

            -Sí, papá, sí que lo sabe. 

            Y así, durante mucho tiempo, hasta que en una ocasión, con el sol oculto por las nubes y un frío intenso que se metía hasta el tuétano de los huesos, Aurora, de regreso del trabajo de su padre, decidió apartarse del camino, cuando, inesperadamente, vio salir algo que parecía una fiera, protegido con pieles, brozas y algún ramaje. 

            -¡Ay, por Dios, lobo, no me comas que a partir de ahora seré buena! –exclamó la niña, llena de pánico al ver A la fiera monstruosa-. Si me perdonas la vida, de aquí en adelante haré lo que tú me pidas sin rechistar. 

            Entonces, la fiera monstruosa, que no era otra cosa que el padre cubierto de barro y de maleza, aprovechó la ocasión para cantarle a la niña las cuarenta:           

            -¿Y tú cómo te llamas? 


            -Aurora. 

            -¿Y cuántos años tienes? 

            -Nueve y medio, casi. Pero no me comas, por favor. 

            -Está bien, Aurora, te voy a perdonar la vida por esta vez. Pero, a partir de ahora, harás lo que yo te diga… 

            -Haré todo lo que me digas, pero, por favor, no me comas. 

            -No te comeré, pero tú, anótalo bien, harás lo siguiente diariamente: levantarte temprano, asearte, ir a clase, hacer los deberes y ayudar a tus padres en el tiempo que te quede libre. ¿Has entendido bien o tengo que repetírtelo? 

            -Sí, sí, señor lobo, así lo haré. Así lo haré, señor lobo.

FIN

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