lunes, 17 de julio de 2017

CUENTO Nº 10. EL LIBRO DE LA BIBLIOTECA


EL LIBRO DE LA BIBLIOTECA
 



Érase una vez una biblioteca llena de libros a la que un día llegó un joven librito acabado de editar. Al ser nuevo, todos los lectores lo cogían para conocer su historia. En realidad, una pequeña historia.

                        El libro se sentía feliz. Ahora andaba de niño en niño, de casa en casa, de conversación en conversación... En la biblioteca tuvo que someterse a una urgente intervención: tuvo que ser reparado de varios subrayados, de algún dibujo en los márgenes, de un número de teléfono en la primera página... Igualmente hubo que colocarle un nuevo forro y reponerle la etiqueta.

            Al cabo de un año, el libro estaba harto de escuchar su propia narración, que se la sabía de memoria, y no podía resistir que lo cogieran y lo leyeran en voz alta. Pensando y pensando en su problema, llegó un momento en el que exclamó:

            -¡Ya sé! Cambiando el orden de las letras, haré una nueva historia.

Al oír esto, un sabio y viejo libro que estaba a su lado, le dijo:

            -Querido libro, deja de pensar en cosas inútiles. Aunque no lo creas, todos hemos pasado por esa edad. Quédate como estás, sé tú mismo y no te cambies. Has de tener en cuenta que corres el tremendo riesgo de perder tu vida y, además, tus letras, siempre que se despeguen ti, te producirán un fuerte y despiadado dolor.
 
 Diciendo esto, el libro fue tomado por una persona y ya no siguió hablando. Nuestro joven libro meditó un tiempo sobre las palabras del libro viejo y sabio y finalmente concretó un plan: Comenzó por la primera página, con mucho cuidado fue despegando las letras; luego pasó a la segunda página, después a la tercera, etc., poco a poco se iba rasgando hasta que se partió. Dolorosamente el libro intentó volver a su forma primitiva, aunque no lo consiguió.    

                        Pasado un tiempo, un niño fue a la biblioteca y eligió el pequeño libro para leerlo. Vio que estaba roto y desordenado. Entonces, se lo dijo al director, que exclamó:

-Alguien lo habrá roto, guárdalo en ese cajón. Lo quemaremos este invierno en la estufa.

 

                                                                       FIN

 

 

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