LA GALLINA SIN COLA
Érase
una vez una gallina grande, hermosa y juguetona que no tenía cola. Bien porque
de joven estuvo enferma, bien porque en ella se dio una mutación genética, bien
porque la situación así lo quiso, el caso es que, sencillamente, la gallina no
tenía cola.
Cuando en alguna ocasión las otras gallinas del gallinero intentaron
burlarse de ella porque no tenía cola, les salió mal la jugada. La Colona ,
que así la llamaban todos, fuerte y decidida como pocas, arremetió contra ellas
con una contundencia que no les quedaron ganas de intentarlo de nuevo.
En cuanto a los gallos, el más viejo, plagado de vistosas plumas y la voz
cascada, apenas tenía trato con la gallina. Por el contrario, el más joven, pardo
del todo y menos atractivo que su compañero, solía hacer buenas migas con la
gallina colona, aunque siempre dentro de una bien calculada prudencia.
Un día el amo de las gallinas
decidió que había que matarla y el rumor de la muerte de la pobre gallina llegó
hasta ella. La gallina, al enterarse, se puso muy triste, se quería escapar,
pero no podía, ya que estaba en un gallinero cerrado a cal y canto.
Pero el amo tenía un gran problema,
no tenía dinero para ir a comprar pienso para las gallinas, y las gallinas se
estaban quedando cada vez más escuálidas y, algunas, enfermas.
No obstante, había en el gallinero
una gallina más gorda que las demás, y el amo cambió de idea y decidió matarla;
pensó que era mejor esa que la que no tenía cola. Cuando entró el amo en el
gallinero y mató a la gallina, las demás decidieron que se salvarían si no
tenían cola. Y todas las gallinas se la quitaron.
Al otro día entró el amo, y vio que
las gallinas no tenían cola, y decidió venderlas a todas. Pero dejo una, que
era la que no tenía cola al principio.
El amo, con el dinero de vender las
otras gallinas, le puso, a la que no tenía cola al principio, una cola
ortopédica. La gallina, muy feliz, salió corriendo, se cayó por un barranco y,
como no podía volar bien, casi se mata.
FIN
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