La
familia Café vivía en la mansión de un cafetal muy grande y muy verde que se
extendía por la suave ladera de una montaña.
Como cada año, en primavera, las
plantas del café florecían, se polinizaban y quedaban fecundadas. Muy pronto, a
partir de ese momento, cada una de las ramas del arbusto se poblaba de racimos
de bolitas diminutas. Con el paso del tiempo, esas bolitas no más grandes que
cabezas de alfileres crecían hasta alcanzar el volumen de las aceitunas, allá
por el mes de junio.
Antes de que las bolitas de café
estuvieran sazonadas, casi a diario, una cuadrilla de expertos visitaba la
finca con el fin de calcular el valor de la producción. A veces, surgían las
discusiones entre los propietarios de las fincas y los señores entendidos en
café, por el precio de éste.
Esta historia sucedió en una tarde
fría, cuando María servía el café a su padre.
-Pasa, -contestó una voz muy ronca.
En ese instante, desde la taza, se
escuchó una voz fina y algo lastimera, que decía:
-¡No me bebas, por favor! Si me
bebes quedaré en nada, y mi familia me espera en la cafetería.
Asustado, y extrañado, al padre se
le habían puesto los pelos de la cabeza de punta.
-No me importa tu familia y no puedo
resistir tener, delante de mis narices, una buena taza de café sin probarlo,
con lo bien que me sienta.
-Bien, tú lo has querido. Como me
bebas, ¡te quemaré!
El padre de María no hizo caso de la
advertencia, se acercó el café y dio un grito:
-¡Ah, sí!, pues te echaré un poco de leche
fría para que tengas compañía.
Y así lo hizo, pero dado que había estado todo el día trabajando en el campo y con las bestias, estaba muy cansado. Por eso, cuando se tranquilizó un poco, se quedó dormido viendo en la televisión un programa en el que varias personas hablaban de cuestiones poco interesantes, pero entretenidas.
Pasado el rato, cuando regresó
María, para llevarse la taza y todo lo demás, se encontró a su padre durmiendo
y el café frío. Por encima había una natilla de color marrón, como si le
sirviera de abrigo. El café y la leche habían muerto para siempre.
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