CUENTO Nº 2. EL LEÓN Y LAS
CABRAS
martes, 28 de marzo de 2017
CUENTO Nº 1. EL ÁGUILA Y SU AMIGO DEL BOSQUE
CUENTO Nº 1: EL ÁGUILA Y SU AMIGO DEL BOSQUE
Érase una vez un hombre que paseaba por el bosque. Estaba tan tranquilo, cuando, de pronto, escuchó un ruido muy raro. Era un águila. El hombre, asustado, salió corriendo. El águila, entonces, voló tras él, lo alcanzó y lo tiró al suelo. Luego, el animal, se posó en una rama, desde donde lo vigilaba. Aquel hombre tuvo mucho miedo.
“¡Socorro!, ¡socorro!”, gritó Juan con todas sus fuerzas.
Nadie acudió a su llamada. En esa situación, aterrado, decidió tirarse al suelo y permanecer allí boca abajo, protegiéndose la cabeza con ambas manos.
-¿Por qué temes, buen hombre? – le preguntó entonces el enorme pájaro, un águila de plumaje blanco y negro, moteado de tenues manchas marrones.
Juan no salía de su asombro. Pensaba que iba a ser atacado, y resultó ser un pacífico animal que, además, hablaba el lenguaje de los humanos. Transcurridos unos minutos, Juan, aún temeroso, levantó ligeramente la cabeza:
-¿Cómo es posible que estés hablando conmigo, cuando sólo eres un pájaro?
-En el bosque, amigo mío, todos los animales nos podemos comunicar con los hombres, cuando así nos lo proponemos. Nuestro lenguaje es universal, para los que están dispuestos a escuchar.
Juan no hallaba una explicación coherente para lo que estaba ocurriendo. No obstante, que el águila conversaba con él era un hecho indiscutible. Así las cosas, ambos permanecieron en ameno coloquio durante un buen rato.
Pasó el tiempo y el águila se hizo amiga del hombre, por lo que éste no temió nunca más a las águilas. Un día, la llevó a su casa, le hizo una casita y la metió dentro. Cuando ya tenían bastante confianza cogió el hombre al animal y lo llevó al bosque. Quería buscarle un compañero para que tuvieran aguilitas.
Por más que lo intentó, solo vio a un macho que podía valer, pero éste no se paró. A la caída de la tarde, volvieron a su casa. Pronto anochecería.
Fue aquella una noche larga. Juan no durmió bien. Tuvo unos sueños extraños y no dejó de dar vueltas durante toda la noche. Al día siguiente, nada más levantarse, se dirigió a la jaula a despertar a su amiga:
-¿Qué tal?, ¿cómo has dormido?, ¿has pasado frío? – preguntó Juan casi automáticamente.
El águila no respondió.
“Ha muerto – pensó Juan - seguramente de tristeza.”
FIN
lunes, 27 de marzo de 2017
PORTADA Y PRÓLOGO
Antonio Velázquez de los Ríos Antonio Martínez Calle
PRÓLOGO
En toda comunidad del tipo que sea (familia, grupo
de amigos, club…), existe una serie de formas de comportamiento sustentadas por
los valores del propio colectivo, apoyado en muchos casos en las tradiciones,
que van a determinar en gran medida las costumbres.
En los tiempos que corren, afectados por el
concepto de globalización, donde los grupos sociales se han diversificado de
manera que no se puede hablar de un modelo de familia, donde el grupo de amigos
se produce por interacciones a través de las redes sociales, cuando la
movilidad no está limitada por las distancias, cada vez más cortas, y cuando la
competición por un puesto social es brutal, los valores colectivos de igualdad,
justicia y solidaridad, que en su momento eran considerados universales, han
dejado de serlo.
La tan traída y llevada globalización ha
servido para todo lo contrario de lo que el término significa, debido a que la
sociedad se ha atomizado, descohesionado, y por tanto ha perdido toda visión
del bien común, entendiendo éste como un interés general que beneficia a todos,
especialmente, a los más débiles.
Sería necesario, por tanto, recuperar todos
esos valores, que se han ido quedando de lado y que en su momento determinaban
una sociedad más justa. Pero hay que recuperarlos reinventándolos o, lo que es
lo mismo, adaptándolos a las características de la sociedad actual.
Sin duda, la tarea es difícil, ya que casi
todos los aprendizajes que hoy en día se producen, y que son los que van a
marcar los hábitos y costumbres futuros, han sobrepasado la dimensión de la
familia o de la escuela y están ahora en manos de los dueños de la información. Y
estos nuevos amos tamizan lo que consideren conveniente para defender
determinados intereses, que no son otros que los suyos.
En este escenario social y moral que
someramente he descrito, me siento a prologar este libro de cuentos donde su
autor, Antonio Martínez Calle, a través de diferentes relatos, intenta
sumergirnos en un mundo no muy distante y que, como adultos que somos, hemos
conocido, y donde la tolerancia, el respeto, la templanza, la fortaleza, etc.
formaban parte de la vida cotidiana. Para ello, utilizan en las diferentes
narraciones personajes –animales y personas- que van a mostrarnos un modo de
comportarnos y una forma de actuar ante determinadas situaciones.
El libro consta de treinta y seis cuentos, y
en todos ellos se refleja el interés pedagógico del autor, tanto por su lectura
fácil como por la dimensión de los mismos que, al ser cuentos cortos, se
adaptan a diferentes edades. En cualquier caso, ya sean leídos o contados, el
autores regala al lector una serie de términos característicos, sobre todo los
relacionados con algunos oficios ya en desuso, los cuales pretenden recuperar
para las nuevas generaciones.
Y recuperar palabras, oficios y valores es lo
que da sentido al propio título: Cuentos a medias. A la cuidada literatura del
libro se une, además, la exquisitez de unas ilustraciones realizadas por niños
y niñas que, previamente, los habían leído.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
CUENTO Nº 36. DOS PUEBLOS ENEMISTADOS Y SE ACABARON LOS CUENTOS. AHORA, SOLO POEMAS
DOS PUEBLOS ENEMISTADOS Érase una vez una vez un pueblo pequeño de nombre Burginia, el cual estaba situado a muy poca distancia de o...
-
EL CONEJO ENCANTADO En un campo había una granja muy grande donde se criaban muchos conejos. En esta granja vivía Juanito, que...
-
CUENTO Nº 3. UN PUEBLO AL REVÉS Érase una vez un pueblo en el que todo, absolutamente todo, funcionaba al revés. Se ha...
-
EL GATO MALTRATADO Érase una vez un gato que vivía en un campo muy lejano de la ciudad. El animal, aunque vivía en una casa muy...